CHEMA RODRIGUEZ
EL CICLISTA | 15-04-1986
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Parece que Sean Kelly corre en bicicleta como un obrero, o un campesino, de forma gris, sin llamar la atención. Pero es casi siempre de los primeros en acabar la faena. ¡Y cómo la acaba! A veces se dirige hacia el podio (siempre bien protegido del frío con bufanda de toalla, gorro, chándal de plástico…) andando, rodeado y empujado por una comitiva de aficionados que quieren tocarle. Y se deja empujar, tocar, estrujar, sin pasar de la media sonrisa tímida y sin llegar nunca al desaire, al enfado. No es caliente ni frío, Kelly. Es templado, calculador, regular, bueno… Pero carece –o da esa impresión– del encanto de las grandes estrellas. Parece que no conecte con el aficionado como Hinault y Fignon. ¿Le falta carisma? ¿Los medios de comunicación no llegamos a ofrecer la auténtica dimensión de este larguirucho irlandés que lo gana casi todo? ¿Tanto niega el no ganar el Tour? En estas tres distintas carencias puede encontrarse la clave de esa falta de atención, expectación o admiración por parte de muchos que no terminan de rendirse ante la evidencia: su condición de mejor corredor ciclista del momento.
Puede que no gane el Tour. Tal vez le cueste hacerlo en el Giro y la Vuelta. El mundial –que es una prueba extraña en la que la fortuna juega un papel predominante– quizá de le siga resistiendo. Pero es el mejor. Hombre a batir en todas las pruebas que corre, consigue hacer buenos, la mayoría de las veces, los pronósticos. Gana etapas, vueltas, clásicas, regularidades… Empalma carreras y triunfos, duerme en el avión, no tiene tiempo de preparar una prueba en especial, rompe moldes de ambientación, entrena en las carreras porque no tiene prácticamente días libres para entrenar, hace burradas desde febrero hasta octubre y… no se quema. No coge ‘pájaras’, no se retira, no le duelen las piernas, no tiene menisco, no se resfría nunca, ninguna comida le provoca un corte de digestión, las muelas no le tienen ni una noche en blanco, la tensión no le sube ni le baja… O eso al menos parece.
Quizá sea esa aparente inmunidad a las dolencias y problemas físicos, esa rocosidad física a la que no hace mella más que las altas cumbres., cuando los escaladores de excepción las endurecen al máximo, lo que resta espectacularidad a sus victorias. Porque Kelly no parece de carne y hueso, como los demás. Parece uno de esos ‘madelman’ articulados que salen buenos y no hay niño capaz de romperlo.
P.d:Esto es lo que siempre quise explicar de mi idolo y que Chema Rodriguez,tan acertadamente,publico en el ya extinto diario el ciclista.
Espero que guste tanto como me ha gustado a mi.
3 comentarios:
Kelly ha sido muy grande. Tengo, antes lo tenia de pequeño en mi habitacion, un poster suyo. Que crack, con sus calcetines de cubre zapatillas y sus manguitos de lana, me hice unos con los que hice varias carreras. Un grande y un gran ejemplo.
Salut.
gran!!!!!
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